Prologo -X- Atala, primer intento

[Nombre Décimo: Atala]

 «El desierto...»

—Como febril me agarro del brazo,
desasido de mis cuerdas,
y me hizo avanzar por el desierto;

mis dudas retrasaban,,,
mas no dudaba, me asía la mano
mientras nos alejábamos del campamento.

Camas de musgo vimos que avalaban
los recuerdo de años tiernos,
de floridos arces arrullados por mil vientos... 

Así nos tropezamos
con rostros conocidos, amantes
que se buscaban sin tregua...

Corazones agitados quizá,
mas me asía la mano, firmemente;
la promesa de la muerte detrás

parecía generosa para quien
no tenía ya nada que perder,,,
mas me asía fuerte—.

Pasos seguros que afirmaban

una huida sin vergüenza,

fieros y firmes como con la premonición

de que todo estaba ya escrito

y nada cabía hacer para cambiar

(con la imprudencia del camicace).

Parecidos a las cosas
separadas de su origen, agarándose

de la mano y encontrando

entre las junglas de tamarindos,

las tumbas de pequeños niños

donde algunas viudas lloran:

Penando los miraron incrédulas,

como las que juran conocer

a las divinidades...

Sabían de la condena que portaban,

mas asidos de la mano avanzaban

y el desierto parecía entonces una promesa clara.